La Visión y Acción
Pastor Alfonso Martinez 09/07/2010
Si no hay visión y acción, no se podría ser parte de la obra. Estas se aprenden y se enseñan. La visión nos lleva a creer, y a emprender cosas que aún si quiera hay. La visión ve las sillas de la iglesia llenas y la acción nos lleva al clamor por las almas. La visión es percibir algo, no por los ojos, sino por el Espíritu. La visión es ver algo que no existe, es anticipar algo que aún no se ve. Si Dios es un Dios con visión, no puede tener hijos ciegos. La acción es el efecto de hacer algo, es estar activo, ser dinámico, activo, dispuesto. En la obra de Dios siempre hay algo que hacer.
Nadie puede enseñar nada que no se ha aprendido. Sin visión no podemos enseñar. Cuando no se hace ni se enseña la visión y la acción la obra se detiene. El Señor Jesús aprendió del Padre, y después dijo: “aprended de mi” (Gálatas 1:12). Lo que predicamos y enseñamos no es cosa de hombre, aprendemos de Dios y de su palabra, por lo tanto es de Dios lo que enseñamos (Juan 21:14). El Espíritu Santo también nos enseña y nos recordará las cosas que se puedan olvidar. (1 Juan 2:27) Cuando habla de la unción se refiere al Espíritu Santo, el Espíritu nos enseña a que permanezcamos en esas enseñanzas. (Galatas 6:6) Somos enseñados por la palabra de Dios y su Espíritu nos ayuda a comprender la palabra. Todo lo que el Espíritu enseña es fiel a lo que dice la Palabra, nunca el Espíritu hablara algo contrario a lo que Dios ya dijo en se palabra.
(2 Timoteo 3:16; 1 Corintios 11:1) Con mucha autoridad el Apóstol Pablo podía decir esto, podemos entonces aprender de hombres de Dios, siempre imitando lo bueno. (Filipenses 3:17). Hay cosas que pueden cambiar o desviar o incluso cegar nuestra visión y entorpecer nuestra acción; por eso debemos tener cuidado con lo que leemos. Hoy, las librerías están llenas de libros de los cuales muchos, sino la mayoría, están desviados de las enseñanzas de Dios y llenos de filosofía y sabiduría humana. Muchas veces es incluso mejor el solo leer la palabra de Dios (1 Tesalonicenses 5:21). Debemos examinarlo todo, pero no retenerlo todo. “todo me es licito, pero no todo me conviene” (2 Tesalonicenses 2:15). Retengamos la doctrina, es importante persistir en lo aprendido (2 Timoteo 3:14), continuar, pertenecer, persuadirse y convencerse. Qué leer, qué hemos aprendido, de quien aprender, cuando tengamos todo esto bien debemos persuadirnos, convencernos para así luego enseñar a otros. Esta obra se ha mantenido porque hemos enfocado mucho esfuerzo en enseñar la visión, la misión, el obrar con el que se dio inicio hace mas de 50 años. (Colosenses 1:28) El fin de enseñar, es presentar a quienes enseñamos la perfección de Cristo.