Mi amado prójimo

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En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad en la región montañosa de judá, y maría se quedó con ella como tres meses, y regresó a su casa. Lucas 1:39,56

Ciertamente, María tenía muchas cosas en qué pensar. Pero su primera reacción, en lo que conocemos, se despertó con una frase del ángel cuando le habló de su parienta Elisabet, que ya estaba en el sexto mes de embarazo. Con femenina delicadeza, la joven se preocupó por la otra mujer que debía tener problemas por su edad avanzada y “fue de prisa” para prestarle ayuda.

Con la misma delicadeza, el médico Lucas nos dice simplemente que se quedó con ella “como tres meses”, o sea el tiempo que faltaba para el nacimiento, donde seguramente hizo su aporte, luego volvió enseguida a su casa, porque ya era tiempo de que se preocupara de sí misma.

Esa capacidad de pensar en el prójimo antes que en ella es una de las virtudes de María que destaca el Evangelio. Más adelante, su divino Hijo declaró: “No he venido para ser Servido, sino para servir”. Aun antes de que naciera, su madre actuó como Él lo haría, dejándonos un ejemplo.

Señor, hazme pensar en las necesidades y los problemas de los demás antes que mis necesidades y problemas.

Visita de María a Elisabet |Lucas 1:39-56

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