Algo especial

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Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Lucas 1:8-9

No es fácil dar una respuesta concisa a la pregunta de si fue un día rutinario o especial para el padre de Juan el Bautista. Era rutinario en cuanto a que todos los días un sacerdote cumplía con esa función. Pero no lo era para él ya que, siendo grande el número de los oficiantes, quizá le tocaba una vez en la vida. Más aún porque los hechos lo transformaron en el más importante de su vida.

Había un orden establecido quizá alguna forma de selección para determinar quién le correspondía en cada caso. Como era anciano, suponemos que había esperado con ansiedad mucho tiempo y que se habría preparado con devoción.

Entonces ocurrió el milagro que cambió su existencia y que hace que hoy lo recordemos. Sólo una minoría llega a ser excepcional, pues la mayoría seguimos haciendo a diario lo mismo que hicimos antes, hasta que Dios se complace en mandarnos un ángel -o cualquier otra forma de mostrarnos su voluntad- para que lo monótono se transforme en maravilloso.

Sin fidelidad la hora especial no aparecerá. Seamos fieles en lo poco y cotidiano para dar lugar a Dios de modo que, si es su voluntad, llegue el día cuando recibamos lo mucho que Él tiene para nosotros.

No permitas, Señor, que me canse de servirte hoy igual que ayer y que mañana. Prepárame para el día en que tengas algo especial para mí.

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